SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE

Stmo. Cristo de la Buena Muerte. Crucificado, realizado en madera de ciprés policromada de tamaño menor del natural (1,60), de principios del siglo XVII continúa siendo obra anónima, aunque por su similitud con el cristo de la salud de la Hdad. de la Carretería de Sevilla se puede atribuir a Matías de la Cruz.

Restaurado entre octubre de 2000 y marzo de 2001 por el imaginero Juan Manuel Miñarro, ha recuperado la encarnadura del Siglo XVIII, la talla representa a Cristo ya muerto con su cabeza reclinada, boca entornada y unos ojos que cansados se dejan caer pesados en un dulce sueño. Sin embargo, esa placidez de su rostro (de ahí su nombre a partir de ser cedido a la Hermandad), contrasta con su cuerpo aun tenso e inflamado en el que quedan patentes las secuelas de la Pasión, cuyos músculos indican que no ha sido fácil abrir la puerta de la Esperanza a los hombres. Anecdóticamente se cuenta que este crucificado, que al menos desde principio de siglo XX (ya figura en el inventario de la parroquia de 1903) se encontraba en la sacristía de Santiago bajo un dosel de terciopelo rojo, que bien conocía ya a los gitanos, pues ante Él solían celebrarse muchas de sus bodas y bautizos.
El templo, comenzado en el siglo XIII, es una construcción gótica de gran pureza. En su exterior puede apreciarse la nave de la iglesia, en ladrillo y sillares de piedra, a la que se le unieron capillas laterales durante el Barroco. Su ortodoxia respecto al canon gótico pone de relieve las características propias de este estilo: tensión longitudinal hacia el altar mayor, pilares fasciculados que se abren para crear las bóvedas nervadas que dan al espectador una sensación de bosque de palmeras. Se trata, en definitiva, de un templo hecho a la medida de Dios, y no del hombre, que se siente empequeñecido ante las proporciones de esta iglesia.

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